El miedo es una reacción de tu cuerpo ante una sensación de peligro. No es una sensación mala, todo lo contrario, tu cuerpo te está avisando que algo es diferente a lo normal o que hay una potencial amenaza cercana. Que lo percibas es muy bueno, especialmente si esta amenaza es real.
Ya que lo percibes y que tu cuerpo te avisa de la nueva situación, debes escucharlo, pero no paralizarte. Es cierto que tienes un montón de sensaciones físicas nuevas y desagradables, pero debes concentrarte en el momento, tratar de ver más allá y entrar en acción.
Podemos clasificarlo en miedo saludable y miedo no saludable. El miedo no saludable es el que te paraliza, no te permite avanzar y te deja estático. Es el miedo que produce la indefensión y el abandono, cuando la persona piensa o siente que no puede hacer nada para enfrentarse a la amenaza que ha percibido.
Esa es la clase que debes combatir y transformarlo en un miedo saludable. Este segundo te mantiene alerta, con precaución. Te advierte de nuevas situaciones pero te deja moverte y avanzar. Es más, en muchos casos hace que vayas más allá -en un sentido positivo- de donde pensabas que se encontraban tus propios límites.
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Autor: Okairy Zúñiga
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