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La Terapia Gestalt enseña, a través de la toma de conciencia, a deshacer los mecanismos interiores que nos empujan a conductas repetitivas e ineficaces para solucionar los problemas que se nos presentan. Es en la repetición de patrones inconscientes donde se encuentra el orígen de nuestras frustraciones; con la Terapia Gestalt nos hacemos más conscientes de lo que hacemos, de este modo, vamos desarrollando la habilidad para aceptarnos y para experimentar el "aquí y ahora" sin tanta interferencia de las respuestas fijadas del pasado. Con Terapia Gestalt podrás superar los conflictos y dificultades, mejorando la relaciones contigo mismo y con los otros y aumentando tu calidad de vida. La Psicoterapia Gestalt te ayuda a superar estados de Ansiedad, Depresión, Dependencia emocional, Baja Autoestima, Problemas de Pareja. Te permite conocerte mejor a ti mismo y encontrar nuevas herramientas con las que resolver las dificultades con tu familia, relaciones, pareja, amigos, trabajo, y todo lo que te está impidiendo disfrutar de tu vida, y así sentirte mas pleno, motivado y feliz.

martes, 8 de febrero de 2011

Cambios y Transiciones


Necesitamos permitirnos hacer tránsitos.

El cambio no es inmediato. Hay que lidiar con la etapa de transformación, que implica el recorrido, el camino, el movimiento hacia. Sostener la angustia que nos invade en esa tierra de nadie del proceso de cambio.

La Terapia Gestalt lo llama el “impasse”, el “vacío fértil”. Allí nada es lo que era y lo por venir aún no se ha formado…

Podemos vivirlo con el vértigo del miedo a lo desconocido, o desde el sentimiento de aventura y desafío ante lo que está por llegar.


Alejandra

sábado, 5 de febrero de 2011

Terapia de Pareja

Terapia de Pareja from Psicóloga Alejandra Hernández Di Bartolomei

La Terapia de Pareja permite adquirir habilidades para comunicarse adecuadamente, trabajar en equipo para resolver los problemas y manejar constructivamente los conflictos. Estos factores son determinantes para crear, establecer y mantener una relación amorosa gratificante.
Las buenas relaciones de pareja exigen trabajo. El mejor elemento para predecir el futuro de una relación no es el amor que se tienen dos personas, sino la forma en que resuelven los conflictos y desacuerdos.
La comunicación es esencial en cualquier relación de pareja porque es a través de ella como podemos conocernos y comprendernos y, por tanto, amarnos. La comunicación deficiente en la pareja y la forma, muchas veces negativa, de afrontar los conflictos, constituyen los principales enemigos de la relación.
Se ha demostrado que la forma de comunicarse y de afrontar los conflictos predicen los problemas de la relación en el futuro, pero la pareja tiene la capacidad de prevenirlos o modificarlos ayudados por un profesional experto mediante la Terapia de Pareja.



Alejandra Hernández Di Bartolomei

Psicoterapeuta, Terapeuta de Parejas
Tlf.: 661304420
Madrid, Zona Chamartín 

psicologa@alejandra-hernandez.com
 

jueves, 20 de enero de 2011

El regalo del perdón



Al perdonar nos desprendemos del dolor y es en ese desprendimiento del dolor donde podemos liberarnos y encontrar nuestra sanación. Pero esto es difícil de hacer. Si hemos sido heridos o maltratados perdemos nuestro sentido de la dignidad y autoestima. Por eso es importante reconstruir nuestra confianza en nosotros mismos. Ese dolor encerrado nos mantiene en un estado de separación, alienados de nosotros mismos y de los demás. Cuando se trabaja en psicoterapia con el dolor, la rabia y el odio reprimidos, se crea el espacio para que crezca el perdón.
Perdonar es eliminar las barreras que nos mantienen aislados los unos de los otros. Éstas son difíciles de quitar porque al mismo tiempo que nos aíslan nos aportan una identidad, nos dan una sensación de seguridad y protección. Decir “perdóname” o “te perdono” implica para el ego dejar espacio a la blandura y la humildad, y es algo que no nos gusta hacer (o nos da miedo, lo percibimos como una amenaza). Perdonar a otros por los insultos, reales o imaginados, es debilitar la barrera entre el yo mismo y el otro”.
Sin embargo, perdonar es sobre todo un regalo que nos hacemos a nosotros mismos. Al perdonar nos liberamos. El perdón es aprender a ser compasivo y generoso. Pero perdonar no es olvidar. No se puede ignorar y menospreciar la profundidad del sentimiento implicado, la necesidad de comprender lo que sucedió, y el verdadero impacto que tuvo en nuestras vidas. Olvidar no supone necesariamente resolver, a veces simplemente el dolor está enterrado y surge en cuanto tiene oportunidad, causando más problemas. Olvidar sin perdonar tiende a crear más negatividad. Como dicen Eddie y Debbie Shapiro, en su libro “La sanación”: “El perdón supone pleno reconocimiento de lo que ocurrió y del efecto que eso tuvo sobre todos los implicados. Es una aceptación del dolor que ha causado y, al mismo tiempo, un desprenderse de las acusaciones al autor del daño”.
Perdonarnos a nosotros mismos
En la niñez tendemos autoinculparnos del daño que otros nos hacen. En situaciones de maltrato y abuso, muchos niños creen que el problema es que hay algo malo en ellos. Es como si el niño pensara “Tal vez me lo merezco. Debo haber hecho algo malo para que esto me ocurra”. Estos pensamientos se mantienen al hacerse adultos, dificultando nuestra vida y manteniéndonos en un estado de confusión y desesperanza.
Si somos los causantes del daño, la culpabilidad tiende a quedarse con nosotros, a mantenernos sumidos en el temor a nosotros mismos, impidiéndonos ser libres. Es como si abrigáramos la creencia inconsciente de que al autotorturarnos con la culpa, "pagamos" el daño de alguna manera. Es una manera de autocastigarnos. Sin embargo, la culpa no hace otra cosa que crear más sufrimiento e impedirnos avanzar.
Un primer paso para desarrollar el perdón a nosotros mismos es tomar consciencia de que ya no somos los mismos que éramos cuando cometimos el acto por el que todavía nos sentimos culpables. Esto no significa que lo que hicimos sea permisible. Al ser capaces de entender la ignorancia y la confusión a partir de las cuales actuamos, podemos aceptar nuestros errores y liberarnos de ellos con compasión.
Desprendernos de la culpabilidad que llevamos dentro nos permite respirar profundamente y dejar que la vida siga su curso. Tal como señala John Bradshaw “hasta que no aprendamos a perdonar, no podremos dar por concluido el pasado, y hasta que no demos por concluido el pasado no podremos ser seres humanos adultos y completos en el presente”.
Pero insisto, para que la curación sea profunda es esencial aclarar cuáles son los verdaderos sentimientos y trabajar en ellos. Desde ese punto de partida sí es posible sanar las heridas del resentimiento y la culpa que nos llevan a la separación y el aislamiento,; perdonar, perdonarnos y llegar a experimentar crecimiento, amor y una paz real.

lunes, 17 de enero de 2011

Ir al psicólogo

Te sientes mal. Es más, llevas tiempo sintiéndote mal. Te sientes triste con frecuencia, con ansiedad y angustia ante las situaciones cotidianas que vives como si “te pusiesen a prueba”. Todo se te hace un mundo, te cuesta ponerte en marcha por las mañanas, nada te motiva, parece que no haces nada bien. A la vez te culpas por sentirte así. Crees que no hay una razón de peso, pero desde hace ya bastante tiempo es como si no levantaras cabeza…

Tal vez te ha pasado que, como muchas otras personas, has intentado diferentes formas de poner fin a tu malestar. Has recurrido a la familia y has tenido innumerables charlas con amigos y con compañeros de trabajo, has leído libros de autoayuda, has intentado “distraerte”, has hecho el esfuerzo de plantarle una sonrisa a la vida.

Sin embargo estás empezando a sentir cansancio de no encontrar una solución, de no sentir alegría, tranquilidad, de no disfrutar realmente de las cosas, de no tener energía, de sentirte irritable, triste o malhumorado, de la sensación de estar desbordado y ver que nadie te entiende, de no encontrarle sentido a casi nada. Estás empezando a pensar que deberías buscar ayuda profesional, pero…

Aún siendo conscientes de su malestar, cuando algunas personas se plantean la posibilidad o la necesidad de “ir al psicólogo” es normal que tengan sentimientos contradictorios. Puede ser el miedo a lo desconocido, ideas negativas asociadas a la psicología, sentimientos relacionados con la propia imagen para el entorno familiar y social “pensarán que estoy muy mal”, “solo los locos van al psicólogo”, “si voy significa que soy incapaz de resolver por mí mismo los problemas”.

Es decir, al verse en la necesidad de una ayuda profesional de este tipo, al mismo tiempo que lo vislumbran con una esperanza de mejoría, muchas personas conectan con un sentimiento de fracaso y vergüenza, de inferioridad, como si “no fueran tan capaces como los demás” de resolver sus problemas.

Muchas personas encuentran difícil pedir ayuda cuando su rol ha sido siempre el opuesto: están acostumbrados a mostrarse fuertes y a ocultar sus sentimientos y a apoyar a los demás.

Todos estos pensamientos-sentimientos-creencias parecen alimentar la falta de autoestima que ya se encuentra bajo mínimos.

Ser consciente de todo esto, saber que es un bloqueo normal que forma parte del propio malestar, saber que se superará en cuanto se den los primeros pasos hacia una solución, ayudan a iniciar cuanto antes un proceso terapéutico que tiene como objetivo recuperar la sensación de control sobre la propia vida, recuperar la alegría y el disfrute consigo mismo y con los demás.

La salud es un estado de armonía en todos los aspectos de nuestra vida: física, psicológica, relacional, social y espiritual. Cuanto antes comencemos el “camino de la salud”, antes conseguiremos estar a gusto con nuestra vida y con todo lo que nos rodea.